HistoriaVinos Alvarez-Nava

Más de 185 años de Historia

logoAunque las documentaciones sitúan el comienzo de la actividad comercial de Vinos Álvarez-Nava en torno a 1831 las historias contadas de padres a hijos citan que realmente el inicio se sitúa en el último cuarto del siglo XVIII. Aun así describiremos nuestra andadura desde la tercera década del siglo XIX.
Por esos años el local comercial se situaba en la calle del Quesu de Infiesto. Eran tiempos donde no había aun comunicación por ferrocarril y donde la única opción para traer vino de las tierras de la meseta era en “peyeyos” y bocoyes (barriles de más de 200l.) portados en convoyes de carros con mulas. Esa arriesgada empresa fue la que llevó a cabo Rodrigo Álvarez-Nava natural de Espinaredo que contraería matrimonio con María Faza natural también de la parroquia Ntra. Sra. de Las Nieves. De esta unión nació la que sería segunda generación de la empresa en la persona de Manuel Álvarez-Nava Faza (1818-1873) y dando por hecho la viabilidad del negocio.

Manuel se casó con Rita González Torre nacida en Santianes y fruto de este matrimonio nació el que daría paso a la tercera generación, Luis Álvarez Nava González (1849-1910) (en el centro de la imagen). El local comercial pasa entonces a la calle Covadonga. En esta generación de la familia aparece de manera notable, y posiblemente una de las personas más influyentes y e importantes de Piloña en toda su historia, Segundo Alvarez-Nava González (1841-1902) que emigró a tierras cubanas prosperando en el comercio habanero llegando a ser presidente y fundador de tabacos La Corona y posteriormente también alcalde de La Habana y presidente de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de la Habana. En 1870 se casó con Lola García (foto inferior). Como dato curioso es que Segundo Álvarez eliminó el -Nava de su firma dado que en sus relaciones comerciales con Estados Unidos, estos no entendían lo de los apellidos compuestos.

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Aunque actualmente la carga de impuestos y los diferentes tributos que tenemos que soportar las empresas del sector son más que importantes, en aquellos años no lo eran menos e incluso casi escandalosos, ejemplo de ello lo muestran los recibos de Fielato (impuesto de tráfico de mercancias) y Arbitrios Provinciales, que nada tienen que ver con los Arbitrios municipales o de contribución que aun existen, y que no era otra cosa que otro impuesto sobre consumos a nivel provincial. El hecho es que entre Fielato (35%) y Arbitrios Provinciales (13%) suponían el 48% del valor del vino en origen, ello unido a las cargas de portes y almacenaje del ferrocarril que gravaban en un 22% el precio hacía que se soportaran unas cargas del 70% sobre el valor original del vino.

Luis Álvarez-Nava Glz. se casó en 1873 con Generosa Vega tras lo cual dio a luz a nada menos que once hijos. El fallecimiento de Luis Álvarez-Nava Glz. (1910) hace que el negocio familiar pase a manos de sus herederos como “Hijos de Luis Álvarez-Nava” en las personas de Hipólito, Ángel y Constantino (izquierda de la imagen familiar), este último, que a la postre sería quién continuara con la saga, recibió la emancipación a los 17 años para poder formar parte de la sociedad como herederos. Estos, llegan a ser agentes del Marqués del Real Tesoro y Cª y depositarios de sus afamados vinos y coñacs tal como se muestra.

Así mismo comienzan la actividad de fábrica de gaseosas, con los famosos envases “boliches”, y fábrica de agua de Seltz. Continúan también con la actividad cervecera y se convierten en distribuidores de la desaparecida cerveza “La Cruz Blanca”. Durante algunos años los tres hermanos ven como su cuñado Aurelio Artidiello, casado con Visitación Álvarez-Nava Vega, se lanza también al negocio de los vinos aunque su aventura durara poco tiempo.
A mediados de los años veinte, y después de contraer matrimonio en 1923 con Carmen Llavona Sanfeliz , es cuando Constantino Álvarez-Nava Vega (1894-1951), como cuarta generación, se hace cargo de la empresa en solitario y al que le tocará pasar los años más complicados sobre todo en época de guerra civil y años de posguerra en los que deberá comenzar prácticamente desde cero ya que las existencias habían sido saqueadas y requisadas por unos y otros, también la furgoneta de entonces una “Ford T de pedales”, teniendo que volver a los carros de caballos.

La ayuda y confianza de algunos proveedores fueron claves para impulsar de nuevo la actividad y sin lugar a dudas “Bodegas Canseco” de León fue quién más colaboro en ello. Posteriormente se compraría un Ford T de cuatro cilindros y después sería una Citroen B10, una Chevrolet y luego los Ebros B45 de morro largo, el serie C150 de medio morro etc…

Camión de Alvarez Nava


A finales de los años cuarenta y debido a problemas de salud de Constantino el peso del negocio comienza a recaer en su esposa Carmen y en tres de sus seis hijos, Carmen, Luis e Hipólito. En esta época, y aparte de los vinos lógicamente, se continúa comerciando con gaseosas, agua de seltz, cervezas con la legendaria “Estrella de Gijón” y licores a granel. Son años donde la red de distribución de Vinos Álvarez-Nava llega ya a todos los rincones de Piloña donde las infraestructuras lo permitían y donde no, se aparcaba “la Citroen B10” y “peyeyu” al hombro se llevaba la mercancía a destino. En muchos casos también se portaban otros artículos ajenos por el mero hecho de ayudar ya que no eran fáciles las comunicaciones.
En el año 1951, tras la muerte de Constantino, el negocio pasa a manos de su viuda Carmen quien regentaría el mismo hasta el año 1973, siempre con el trabajo de sus hijos los cuales se fueron casando y marchando a excepción de Hipólito Álvarez-Nava Llavona (1931) que en el año 1973 adquiere la empresa convirtiéndose en la quinta generación de la misma. Ya en época de su madre, Hipólito había introducido en el mercado importantes novedades como fueron los vinos embotellados todo ello gracias a la construcción con sus propias manos de la maquinaria necesaria para tal fin. Máquinas que fue perfeccionando y aumentando, si en un principio fabricó una llenadora para cajas de botellas y medias botellas, posteriormente fabricó una lavadora y otra nueva llenadora portátil que incluso hoy en día se conserva por si acaso….. Las primeras botellas envasadas carecían de información y etiquetado, hecho que a finales de los 50 cambiaría con la llegada de botellas grabadas, lo cual revolucionaba la imagen en el mundo de los vinos de mesa. Llegados los años 70 Hipólito, siempre cargado de ingenio y especial destreza, crea de nuevo máquina destinada al etiquetado dando un nuevo paso en las demandas del mercado. También continúa comerciando con cervezas, en este caso la famosa y popular El Águila Negra de Colloto, licores y con gaseosas, aunque la fábrica de las mismas ya no se utilizara y se comercializarían marcas de terceros.

Son buenos tiempos para el negocio y Vinos Álvarez-Nava bate sus propios records de venta en litros de vino a lo que contribuyen con su trabajo los cuatro hijos de Hipólito, fruto del matrimonio con Teresita de Oñate Glz., Juan, Hipólito, Jose Luis y Jorge, siendo este último el que trabajaría de una manera continua y serviría de apoyo para el lanzamiento de la marca “Cuello Duro”, a mediados de los 80, que influiría posteriormente en la concesión del premio Máster de Popularidad 1988 a la empresa del sector en Asturias. Llega el cambio de maquinaria hacia un sistema de llenado en línea aunque nuevamente las manos de Hipólito son necesarias para adecuar la maquinaria a la producción de la empresa.

Diploma master popularidad 1988


En el año 1987 el hijo pequeño de la familia, Jorge Álvarez-Nava de Oñate (1963) se casa con Gloria Fernández Álvarez y posteriormente, tras la jubilación de Hipólito en 1996, adquieren la empresa pasando a convertirse en la sexta generación de la familia que se dedica al comercio del vino. En poco tiempo introducen algún cambio en la empresa, en busca de ampliar la oferta de sus vinos, lanzando al mercado la marca “Oñate” en claro homenaje a la rama materna de Jorge.
Durante unos años, este, compagina la gerencia de la empresa con su otra faceta, la de técnico de sonido, hasta que a finales de 2010, y por exigencias de la crisis que ya se dejaba notar en el sector, decide junto a su mujer Gloria dar un giro al negocio y concentrar las fuerzas en sus vinos y en el comercio y distribución de vinos con Denominación de Origen aumentando de manera gradual su catálogo. A finales del año 2012 y coincidiendo con el lanzamiento de la nueva línea “Álvarez de las Asturias” basada en vinos jóvenes y licores, remodelan las instalaciones de la calle Covadonga de Infiesto recuperando y restaurando mobiliario antiguo, de la mano de la propia Gloria y del restaurador Álvaro Corrales, destinado a una amplia exposición como tienda especializada que atienda tanto la venta al por mayor, con su habitual distribución, como la venta al detalle de los vinos de calidad. También recuperan la esencia de los vinos a granel, que antiguamente se envasaban en “peyeyos”, con los actuales Bag in Box en los que se envasan caldos procedentes directamente de bodegas y cooperativas de Rioja, Ribera del Duero, Yecla, Galicia, Toro, Castilla León, Navarra y vermouth solera de Terrer-Zaragoza. Esta nueva remodelación incluye una zona para la degustación de los vinos en venta así como cervezas artesanas y Estrella de Galicia de la que son distribuidores para Piloña desde junio del 2013.

articulo fielato PARA WEBEs a finales de ese mismo año cuando se le concede a Vinos Álvarez-Nava, propuesto por la asociación de comercios y servicios de Infiesto (Coservi), el “Premio al relevo generacional” de la mano de la Federación Asturiana de Profesionales y Empresarios Autónomos de Asturias en reconocimiento a las seis generaciones que han dedicado su vida profesional a esta empresa.Vinos Álvarez-Nava siempre se ha sentido enormemente agradecido de sus clientes, que en muchos casos han sido también generacionales, demostrando su confianza y fidelidad, pero así mismo también nos hemos sentido y nos sentimos orgullosos de nuestros proveedores a los que hemos escogido no solo por la calidad de sus productos sino también por la constancia y seriedad de sus servicios. Y desde luego sin lugar a dudas de lo que más agradecidos estamos es de nuestros trabajadores, en todas las épocas que hemos vivido, las duras y las maduras, siempre han sido fieles a esta empresa y no queremos olvidarnos nunca de ellos. Dejamos el nombre de algunos de ellos desde los años 30: Ángel Pintueles, Tino Copín, Tato “el de Valles”, Benjamín de Biedes (curiosamente este último fue impuesto por excombatiente), Tino Fernández, Moisés Molina, Jesús Montes, Ismael Molina, Manuel Mori, Segundo Rodríguez, Rafael Serrano “Madriles”, Jose Pérez, Manuel A. Perdiz, Juan Ramón Molina, Víctor Blanco y Amador Molina. Gracias a todos ellos, aunque sería injusto no hacer una mención especial a Manuel Mori, Manuel A. Perdiz y Amador Molina por su dedicación, honradez y compromiso con Vinos Álvarez-Nava.

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